Llega este poemario a la casa de quienes me enseñaron a rimar la vida. Entre esperanzas y desilusiones, entre alegrías y ausencias. Llega a las manos de uno de los miembros del quinteto familiar que fuimos. La vida se llena de llegadas para amansar las ausencias que siempre nos va dejando este caminar necesitado de esperanzas. Gracias Carlos...
Juega en la espalda
con el olvido la calma,
dejando ovillos de sueño
que enredan las palabras...
Y siempre en el alma, Javier, papá y mamá...
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