Y aún quedan algunos pendientes. Callejear con Marisol esta Pontevedra que pierde su bullicio natural, siempre es diferente gracias a personas con quienes dejar huellas no cuesta nada.
Y hasta ella se van estas rimas que saben de pasados para soñar otros futuros que nos merecemos todos.
Gracias, querida Marisol...
Se encamina otro nuevo sendero
abrigado del tiempo que pasa
como olvidando las caricias del mirar...
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