Volvemos a callejear por las calles de Pontevedra. Todo un suspiro para respirar la tranquilidad de esta ciudad que siempre te deja en su caminar. Y en esas huellas pontevedresas siempre hay personas para compartir las rimas de vivir. Allí se quedan, en este caso, en las manos de Leticia. En ellas volverán a crear otras tantas rimas donde el pasado sueñe entre melancolías bellas.
Gracias, querida Leti.
Son tus pasos alambiques de luz
entre tanto canto que rueda,
brotando el sonido que al despertar
me besa la mañana entre tinieblas...
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