La Rima de tus Huellas llega hasta Bétera, en tierras valencianas siempre recordadas. Y se reencuentra con las manos de quien sabe de esa infancia de luminosos veranillos, con las uñas llenas de recuerdos entre el mar y la montaña alturana, entre muñecas y tizas de colores y, especialmente, de esa calle que sabía a hogar entre vecinos que sabían conversar entre las rimas de la vida por andar.
Gracias, mi querida María. El tiempo nos regaló muchas cosas para seguir rimando.
Quisiera construir un sueño,
solitario de estafas,
que hasta yo lo amara
y que me llorara la esperanza...
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