Todo un placer recaminar pasos para llegar a una preciosa ciudad que supo rimar tanto en mi vida. Y ahora lo hace para quedarse en las manos de Magdalena. Con ellas se quedan versos de juventud y esperanzas de tiempo. En ellas siempre se acunan los regresos de los días pasados en la aldea y los años que saben a sueños.
Gracias, mi querida Magdalena...
Con tiempo de prisa
espera el momento
que comience el baile
en la vereda hacia la mar...
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