Volvemos a encontrarnos en Pontevedra, con sus pisadas diarias de vida y bajo el sol regalado de esperanza cotidiana.
Y reposamos en las manos de quien también sabe de instantes infinitos a partir de las imágenes que descifran huellas vitales para eternizar cada fotografía de este tiempo por rimar.
Gracias, mi querida Cris...
Es el instante de recordar
entre llovizna de noches oscuras
y la estrella que sabe atormentar...
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